JUECES Y TRIBUNALES REPRESENTAN LO PEOR DE LA DESCOMPOSICION Y DECADENCIA DEL REGIMEN OLIGARQUIA Y DEL NEOLIBERALISMO GLOBALIZADO Y TEOCRATIZADO

Es una falacia que encarnen la libertad, la honradez y la dignidad, como lo atestigua la cruda realidad

08-01-2018

 

La condición de juez y, a la vez, de componente de los tribunales de justicia, a lo que, en la concepción capitalista-burguesa, terrateniente e imperialista, como clerical y teocrática imperante en nuestro país, por ejemplo, en forma alevosa y taimadamente se le da o atribuye, hipócritamente, con fines expresos del ocultamiento de la naturaleza, de la justicia como instrumento de opresión, como de defensa y preservación de los intereses explotadores y opresores, de aquellas clases y estamentos y formaciones antes mencionados, de estar por encima del bien y del mal, como de imparciales y serios, honrados, honestos, decentes, al margen de las bajas pasiones y de las peores miserias humanas. Pero, es la misma realidad cruda, viva, lacerante e hiriente, con todas sus devastadoras crueldades, materiales, físicas y morales, las que desmienten a esos apologistas de las vilezas ignominiosas e infames, hasta rebasar los límites de lo abominable; y esa realidad de los hechos, que es, tanto tribunal como juez supremo e inapelable de la verdad, la que dictamina, que son los jueces y los tribunales del Poder Judicial dominicano, al igual que acontece con todos los países y sociedades bajo el yugo ominoso del neoliberalismo globalizado y teocratizado, como divinización del parasitismo y los privilegios más atroces, el estamento más antisocial de la sociedad, como despreciable y nauseabundo.

Representan un saco o contenedor infinito de las peores inmundicias y excrementos pestilentes, como repugnantes, que segrega y expele, espontáneamente, en forma de pus, sangre, lodo, que es la esencia de la sociedad capitalista burgués-terrateniente e imperialista como clerical, parasitario y supersticioso.

Se ha pretendido atribuirle las virtudes de las que los jueces y los tribunales son las más exactas y precisas antípodas.

Según la estratagema de representarse como la fuente de la justicia, sólo para cortarle la cabeza a toda demanda y pedido de obtener y que se haga justicia.

Algunos desvergonzados llegan al descaro de lo insolente, y le atribuyen a los jueces y a sus prostíbulos, que son sus tribunales, llamándoles, en actos de sarcasmos extremos, depositarios de la libertad. Y, con la mayor desfachatez y solemne prostitución, para llevar a cabo sus infames actuaciones, para iniciar, empiezan por humillar la verdad, pisotear la dignidad humana, y trapean el piso con la inteligencia del hombre; y colocan, en acto primitivo salvaje, netamente fetichista, a una abigarrada figura de un mito sincrético, sin originalidad, y en negación de la ciencia, la cultura y los progresos tecnológicos, que es el adefesio del tal Jesucristo crucificado, o es Orus, o es Dionisio, o es Apolo, o es Barrabás, el prototipo del ladrón, o es Braxas, o el Nicolás crucificado, el dios de los nicolaítas, o es el profeta Manú, o el dios y deidad mitológica de las peores aberraciones de la concupiscencia, la lascivia, la pedofilia, el dios de la alucinación de los alucinógenos de los narcotraficantes; ante quienes se postran de rodillas y les besan los pies; y, sin atreverse a reivindicar un alto y punto final a dicha práctica, negadora del espíritu y la letra de la Constitución Dominicana, que consigna la libertad de creencia, como el derecho democrático de no creer en ningún dios ni mito de diablo y su rosario de imbecilidades y estupideces, de las que ese adefesio es fuente perenne de crímenes, exterminios, genocidios, bajezas, miserias humanas, avaricias, incestos, orgías divinizadas, que son, tanto el Viejo Testamento judaico como el llamado Neotestamento de los impostores cristianos.

Lo que hacen esos delincuentes, legitimados e institucionalizados con la condición de jueces, no tiene nombre dentro de la historia universal de las infamias y las ignominias, que sería la crónica de las actividades de jueces y sus tribunales.

Son tan depravadamente corruptos, viles y canallas que, aún con todo y cuanto hacen depredando la sociedad, y buscando que predominen aún más a sus anchas las corrientes de la disolución y la perversidad, demandan ser un poder desprendido e independiente de los otros dos podridos componentes del Estado, del Poder Ejecutivo (gobierno) y del Legislativo y sus lenocinios de diputados y senadores.

Venden sentencias, las anulan, las acomodan, las engalanan y les crean disfraces de telas de leyes y reglamentos vigentes. Son los jueces y tribunales un palenque único de la corrupción, la impunidad, la venalidad y la mendicidad.

Piden más recursos, mayores sueldos. provenientes de las espaldas masacradas por el látigo implacable de la opresión y la explotación. de la sociedad, de la población y de la gente.

Acceder a los putos y amorales reclamos de los jueces, sería la más cruel derrota de la esperanza del pueblo porque haya una justicia, por lo menos confiable y que se respete!

 

 

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