EL BALANCE DE LA LLAMADA “SEMANA SANTA”

Arroja un saldo definitivo de estafa, falsificación y engaño en torno a los imaginarios y fantasiosos sufrimientos que padeciera el supuesto hijo del otro supuesto dios

Todo es una vulgar falacia para vivir parasitariamente a costa de la humanidad que trabaja

 

La semana que marca la entrada de lleno en la primavera, tras operarse el fin del invierno, cuya fecha sería el 21 de marzo, pero que corresponde al equinoccio de primavera, que es el día en que, viniendo del período en que la noche es mayor que el día, se iguala éste con la noche, y a partir de ahí el predominio es del día sobre la noche de manera gradual, pero firme, semana de la que se han apropiado los estafadores supersticiosos mágico-religiosos aglutinados en la entidad de la perversidad y el oscurantismo que es la Iglesia Católica-Vaticano, la que es auto-titula representante del invento inexistente llamado dios aquí en la tierra, por lo que todos los hombres les deben pagar tributos y someterse a sus aberraciones de toda índole, llamándole su semana santa, en la que rememoran los mitos inverosímiles e infantiles de la supuesta pasión y muerte del supuesto hijo de su inventado dios, y repitiendo en dicha semana una insoportable letanía de aquellos imaginarios y fantasiosos sufrimientos que siempre supuestamente padeciera el también supuesto hijo del otro supuesto dios, como el argumento de un culebrón televisivo a telenovela, resulta dicha conmemoración, por parte de esos estafadores sacerdotes y su Iglesia Católica-Vaticano de lo más ilustrativo tanto de que todo eso es una vulgar falacia para vivir parasitariamente a costa de la humanidad que trabaja y de las riquezas de las naciones, como de que es la Iglesia Católica la que ha usurpado la conmemoración que se efectúa, desde tiempos inmemoriales, por parte de las comunidades humanas que, en muestra de gratitud hacia la madre naturaleza, rendían culto con carácter no supersticioso ni con fines de estafar al prójimo, por la vuelta al período en que la naturaleza y el entrono o econicho natural de la existencia se tornaba mucho más fácil y donde el castigo de las inclemencias de la naturaleza se tornaban en una pródiga abundancia. Eso es la primavera.

Lo de esa apropiación por parte de la Iglesia Católica-Vaticano-cristianismo del inicio de la vida para sustituirlo por un tétrico y fúnebre como desgraciado espectáculo de rituales, liturgias y peroratas destinadas a perpetuar la muerte sobre la vida, la opresión sobre la libertad y sobre todo, a volver a reiterar su perversa degradación del ser humano con su falaz y estúpida leyenda bíblica que sólo pueden aceptar los más connotados imbéciles del pecado original provocado por sus Adán y Eva, con lo que reiteran la supuesta naturaleza maligna, débil y pecaminosa del hombre, aún cuando eso vapulea por sí mismo su otro invento de que el hombre fue creado, en un día en que su dios estaba cansado de su eterno ocio, a su imagen y semejanza, todo lo que si lo discernimos termina por arrojar terribles resultados que dejan a todo ese amasijo de disparates y a sus defensores desenmascarados y todavía peor maltrechos.

Apenas el jueves 13 de abril un jesuita, y jamás debe olvidarse que ser jesuita es lo más perverso e infame que puede llegar a ser un ser humano, llamado Francisco Arnaiz, acusó a las gentes de haber convertido en un negocio la semana que la Iglesia Católica ha usurpado y consignado como sagrada, amén de que acusa de que dicha semana ha sido así indebidamente apropiada y sus objetivos distorsionados, cuando en verdad desde hace tal vez más de medio millón de años y hasta más, las comunidades humanas siempre han conmemorado la llegada de la primera estación del año, que es la primavera. Eso es un ilustrativo ejemplo, por parte de Arnaiz y su Iglesia, de lo que es la perversidad y la ignorancia supina.

Para la nación dominicana, y para la democracia y la libertad, la conmemoración del inicio de la primavera bajo la camisa de fuerza del parasitismo y el oscurantismo supersticioso que encierra y significa el cristianismo, católico-vaticano sobre todo, tiene un amargo y doloroso significado, que en este caso fue llevado tal vez a extremos nada menos que insoportables.

Las actividades productivas de la sociedad y de los hombres fueron paralizadas, empujándolos a entrar en el mundo de la ociosidad y el temor para obligarlos así a que se le arrodillen al manojo de falacias oscurantistas con las cuales se consagran como los dueños del hombre, al que dicen que su dios creó para que le rindiera tributos, y como ese dios nunca se ve y sólo responde a los intereses de los explotadores y poderosos, de los ricos y opresores, y sería la Iglesia Católica y sus hechiceros, llamados sacerdotes, los representantes de aquel supuesto dios, pues es a dicho conglomerado de hechiceros a quienes el hombre, la sociedad y las naciones deben rendir tributos y aceptarlos como sus eternos parásitos que viven a costa suya sin trabajar productivamente, sino sólo en su infame labor ocioso de oscurantismo, que es una flagrante estafa, puesto que se trata de todo un sistema de actividades y sus argumentos respectivos para apropiarse de los bienes, medios y riquezas ajenos y que ni los curas ni la Iglesia Católica producen.

Y véase hasta el mismo diccionario católico-cristiano El Pequeño Larrousse, que dice: Estafar es apoderarse del bien o los bienes ajenos por medio del engaño y artificio, por lo que es sinónimo de robar.

Conforme al secuestro y a la hipoteca que significa el Concordato, de naturaleza ilegítima e inconstitucional de pleno derecho, el usurpador de la Suprema Corte de Justicia, el digno representante de la llamada peste árabe que azota al país, Jorge Subero Isa, y el gobierno genuflexo e indigno de Leonel Antonio Fernández Reyna desde el jueves hasta el domingo suspendieron y hasta prohibieron toda actividad productiva, comercial y jurídica.

Por su parte, el espectáculo que da cuenta inequívoca de que en República Dominicana lo menos que existe es un régimen democrático, así como todo vestigio de Estado de Derecho en tanto se le acredite y se le dé, aún inconstitucional e ilegítimamente como se da en estos momentos, que se desplegó a todo su ancho durante los días jueves 13, viernes 14 y sábado 15 de abril en sus formas más burdas, la preponderancia absoluta de la Iglesia Católica-Vaticano como formación o confesión sectaria del cristianismo sobre el Estado dominicano, secuestrando, aplastando y anulando el carácter libre y soberano que la Constitución vigente le atribuye y reconoce a dicho Estado al momento de definirlo y describir sus características propias en el Art. 3 de la Constitución vigente.

La Policía Nacional actuó en forma coercitiva, represiva y persecutoria contra los ciudadanos que, en pleno uso de los derechos individuales consagrados en la Constitución, llevaban a cabo actividades diversas, como disfrutar de música o baile, o si no, darse unos cuantos, muchos o pocos, tragos de aguardiente, o de bebidas espirituosas para recreación de sus energías humanas, lo que no prohíbe ni coarta ninguna ley.

Más aún, llegaron esos genízaros, como cruzados fanatizados, de la Policía Nacional y su Jefatura, que encabeza el desaprensivo e irresponsable Santana Páez, a incautar equipos de música, familiares y de lugares públicos que, no siendo católicos, o siéndolo pero que no guardan las fiestas y los ritos de esa confesión, quisieron aprovechar el asueto que la Iglesia Católica impone al Estado y a la sociedad empleándolo conforme su gusto. A éstos la P.N. les acusó de violentadores del orden y la paz pública y sus equipos de música fueron confiscados, sin orden legal alguna proveniente de juez o fiscales, los cuales, por cierto, no tienen esos poderes dentro de sus facultades. Esto, en grande, se pudo comprobar en San Pedro de Macorís.

Más aún, lo más escandaloso y ofensivo, contrario a la libertad y a la diversidad de creencias e ideologías, tal cual establece y reconoce la Constitución actual, es que las FF.AA., Ejército, Marina de Guerra y Aviación, junto a los genízaros policiales, se prestaron para acompañar con desfiles, paradas y música católica religiosa los rituales y liturgias hechiceros y mágico-religiosos de la Iglesia Católica y de los curas.

No cabe duda que, ante cualquier acontecimiento o proceso social, resulta cada vez más evidente la necesidad de la separación de Estado e Iglesia, de Estado y religión, no importa qué Iglesia ni qué religión sean, pero en nuestro caso, Católica y cristiana, para que no nos engañemos, ni seamos más incautos y tontos de la cuenta, ameritan estar cada una lo más separado del otro. Pues de una vez por todas que quede en claro que ni democracia ni Estado de Derecho ni respeto de los derechos humanos son posibles mientras esté vigente cualquier tipo de Concordato, Vicariato Castrense o Patronato de la Iglesia Católica con el Estado dominicano.

Con las peroratas que lanzan los posesos sacerdotes católicos en sus rituales mágico-religiosos, de innegable carácter supersticioso y hechicero, donde no falta que el creyente se coma su dios para adquirir sus cualidades, fue notorio que todo giró, por parte de dichos curas, en propugnar por la haitianización del país y su empeño por imponer a la feligresía católica y a todo el pueblo dominicano, del que la Iglesia Católica es la gran parásita, la fusión de la República Dominicana con Haití, llegando al extremo de circunscribir sus prédicas a favor de los bateyes cañeros en los que ellos dicen que sólo hay haitianos, y tergiversando y mintiendo al dar a entender que sólo en los bateyes hay pobres y necesitados en este país, o bien que aquí ciertamente los únicos pobres son los haitianos que supuestamente los dominicanos esclavizamos, y que todos los dominicanos somos ricos, siendo inexistentes los dominicanos pobres, cuando es un hecho que actualmente el 70% de los dominicanos vivimos en las más terribles condiciones de pobreza, miseria e ignorancia.

Pero esto no fue todo. Tal vez haya que destacar en un lugar muy especial que esa misma Iglesia Católica-Vaticano no cambia su carácter ni su naturaleza de instrumento de los verdugos de nuestro pueblo, lo que queda palmaria y escandalosamente comprobado en que uno de los sacerdotes que desde el púlpito de brujerías católicas cristianas reivindicó las supuestas cualidades divinas del supuesto dios, hijo supuesto del también supuesto dios, el tal Jesús, no fue otro que el depravado y degenerado reconocido cura Marcial Silva, homosexual connotado, que tiene en su horripilante historial la responsabilidad infame, canalla y vil de haber sido uno de los principales curas católico que, con su respectiva Iglesia, conspiró y propició el Golpe de Estado del 25 de septiembre del 1963 en contra del primer gobierno electo después de la desaparición del dictador Trujillo, que terminó costándole al país y la pueblo la pérdida de las libertades alcanzadas, el menoscabo de los logros democráticos habidos y en conjunto, más de 10 mil dominicanos muertos, la guerra civil del ’65 y la intervención de los 42 mil soldados del imperialismo yanqui, todo lo cual ese mismo perverso y degenerado cura Marcial Silva, apoyó y celebró.

Está claro que es hacia la negación de los derechos democráticos, la conculcación de las libertades del pueblo dominicano y la destrucción de la nación dominicana que se enrumban los objetivos que constituyen la infame plataforma de la Iglesia Católica en la República Dominicana, so pena de que nuestro pueblo se decida a rechazar el seguir siendo fuente del parasitismo y vividorismo de los curas, de su Iglesia Católica y el Vaticano.

El pueblo dominicano no sólo ama la libertad y la independencia, sino que entiende que el que no produce, que no coma. Que hay que bajar el lomo y ponerle fin al parasitismo de la Iglesia Católica.

 

Volver a la Página Principal