Hatuey "Anacaona" Decamps siguiendo el peñismo pro-haitino reclama a los dominicanos que acepten la invasión masiva de haitianos y abandonen la lucha por la dominicanidad

 

Las declaraciones públicas, común a su actividad privada, del repugnante politiquero llamado Hatuey Decamps Jiménez (más exacto fuera si en vez de Hatuey se dijera Anacaona Decamps), cuya organización politiquera debería tener como himno la canción que interpreta Willy Colón, “Simón el gran varón”, que no por casualidad plagiara el payaso Cuco Valoy, sólo para complacer a gentuzas del entorno perrodeista y peñista, del que siempre fuera un gran adulón, reclamando a la población dominicana que acepte la invasión de haitianos y que abandone su lucha por la dominicanidad, demuestran una vez más que este personaje -Anacaona Decamps- siempre ha formado parte de los sectores más podridos y repugnantes con que ha contado el mundo de la politiquería bastarda en este país.

Anacaona Decamps y su partiducho, en el que agrupa a la hez más pestilente y pretenciosa del trepadorismo politiquero, son todos granujas y rufianes fomentados y amamantados por el gran lumpen anti-social y anti-dominicano, el desclasado y paria internacional José Francisco Peña Gómez.

Todavía la población está a la espera de que el fantoche y nocivo Anacaona Decamps presente por fin una sola propuesta política, una sola idea social que se sustente positivamente en algo fuera de su mezquino y rastrero mundo de apetitos bajos y aberrados.

Como funcionario público, primero en la Cámara de Diputados, durante la gestión del gobierno conservador de la Putamaima de Antonio Guzmán Fernández, sólo hizo honor al desbordamiento de la corrupción y al vendaval de las intrigas y perversidades que dicha desgraciada gestión fomentó y estimuló.

Se recordará que durante aquella desgraciada gestión administrativa, esos sectores del perrodeismo especularon con el anti-comunismo y el reaccionarismo para frenar y castrar el poderoso movimiento de la democratización y la modernización del Estado y de la sociedad dominicana. Y continuaron los apresamientos y las campañas persecutorias de carácter anti-democrático y discriminación ideológico-política. Que los apresamientos y secuestros, raptos y golpizas, como encarcelamientos, continuaron como en los mejores tiempos de la dictadura del tirano alimaña Joaquín Balaguer y sus sabandijas del Partido Reformista Social Cristiano.

Y todo esto seguía sucediendo a pesar de que los sectores populares habían respaldado al perrodeismo en la lucha contra la naturaleza criminal, represiva y anti-nacional del balaguerismo.

Es que en realidad el perrodeismo siempre ha estado manejado por crápulas, como este Anacaona Decamps, que equivocadamente y en forma miope creyeron que el perrodeismo tendría siempre una popularidad tal que nunca conocería el descrédito, y que las fechorías y malandrinadas de gentes como este sujeto se mantendrían ocultas bajo el manto asqueroso de la impunidad. Tanto sus reales actuaciones como su naturaleza degenerada, que desesperadamente nunca han querido que aflore a los ojos de toda la sociedad dominicana y del país.

Los distintos sectores politiqueros del perrodeismo, que se reparten a lo largo de sus 44 años desde su llegada al país el 5 de julio de 1961, tras un pacto con el entonces siniestro servidor incondicional del dictador, agente de la Iglesia Católica-Vaticano y luego reconocido por su depravada actuación como el tirano alimaña Joaquín Balaguer, la dirección de ese pantano pestilente que es el perrodé, siempre ha actuado, tal y como aprendió y sigue haciéndolo Anacaona Decamps, esto es, empleando la confusión creada por el reaccionarismo galopante, de un lado, y del otro los disturbios de la lucha grupal en su propio seno, para llevar a cabo las más deleznables y monstruosas acciones criminales y contrarrevolucionarias en todas las formas, para cada uno de ellos en particular llevar a cabo sus propias canalladas e infamias, de carácter tan execrable y denigrante que no se atreven a efectuarlas pública y abiertamente.

Anacaona Decamps, igual que su entonces jefe, el delincuente comprobado y condenado Salvador Jorge Blanco, aprovecharon aquellos confusos momentos del tenebroso gobierno perrodé-Putamaima del reaccionario Antonio Guzmán Fernández, para hacer de las suyas, y todo recayendo sobre éste (Antonio Guzmán). Pero luego, cuando asumen el Poder mediante la cínica y burlesca consigna de “manos limpias”, instauraron el régimen más corrupto y delincuente jamás conocido desde la caída de la dictadura de Trujillo, sobrepasando en gangsterismo y ausencia total de escrúpulos hasta a los gobiernos sucesivos de la dictadura de los 12 años del tirano alimaña Joaquín Balaguer y sus sabandijas politiqueras.

La máscara de social-reformismo democrático de la banda de Salvador Jorge Blanco y de este perverso y pervertido Anacaona Decamps, rodó bien pronto por el suelo, quedando expuestas, además de su naturaleza corrupta, su intrínseca condición gangsteril y criminal, lo cual quedó plasmado en la historia dominicana con sangre y atropellos, con la matanza que efectuó esa banda erigida en gobierno, azuzada por el desclasado apátrida de origen haitiano, José Francisco Peña Gómez, en contra de las masas dominicanas, principalmente en la capital del país, el 24 de abril del 1984, tras haber iniciado oficialmente el proceso de la neoliberalización de la economía del país, con la firma del primer acuerdo con el FMI desde la caída de la dictadura de Trujillo, esto es, luego de que diera inicio formal al período directo de la democratización de la República Dominicana y de su sociedad.

Hatuey Decamps se erigió en Primer Ministro de esa desafortunada administración, lo que le permitió actual tal cual es en realidad este siniestro y pobre diablo que, como toda criatura de la mediocridad, las intrigas son su elemento, en tanto cultural, moral e intelectualmente es un cero a la izquierda, cuyo peso personal en estas áreas es poco menos que un escupitajo de un tuberculoso, sifilítico y sidoso.

Junto al baboso alcohólico y degenerado Marino Mendoza, que había pasado de amante y chulo de la Mazara, a esposo de ésta en medio de aquel triste sainete de mala muerte, Anacaona Decamps conspiró contra todas las libertades y derechos políticos e ideológicos, prosiguiendo las redadas selectivas de los representantes de los grupos de izquierda de entonces, pero en particular, la saña de esa banda se concentraba en contra de nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) y su dirigente Luis Montás, quienes habíamos advertido del peligro real del grupo, o banda en realidad, de Salvador Jorge Blanco y Hatuey Decamps, la que certeramente definimos que era el puente más corto entre el régimen de precarias libertades democráticas conquistadas y la restauración del gobierno del tirano alimaña, tal cual sucedió.

El adicto a todos los estupefacientes fuertes que se conocen, como la heroína, la cocaína, el crack, el LSD y demás fármacos de este carácter alucinógeno, así como al alcohol y a la marihuana, el fulano Rafael Valera Benítez, siendo nombrado Fiscal del Distrito Nacional por su carácter desenfrenado y de hecho convertido en un guiñapo humano, fue instruido por Hatuey Decamps, vía Marino Mendoza, para que ordenara el secuestro, luego prisión, de Luis Montás, cuyo lugar de residencia fue allanado sin ayudante Fiscal, por una unidad de los matones del Servicio Secreto de la Policía Nacional, y llevado en condición de secuestrado al Palacio de la P.N., siendo llevado a lugares no formales como cárceles ni oficinas de investigación de la P.N., en los que se le tomaron fotos y lo escondieron, hasta que, alertada la opinión pública, que conocía de la intensa campaña que nuestro dirigente y Partido habíamos desplegado contra la banda de Salvador Jorge Blanco y Hatuey Decamps, así como en contra del haitiano Peña Gómez, difundió la información de lo que estaba ocurriendo, lográndose que Fefé Valera, que ya había llegado a un grado de degeneración que lo igualaba a un guiñapo, tal vez por reflejo tardío de su pasada militancia democrática anti-trujillista, en la que tuvo no pocas recaídas que habían pavimentado los parches del pozo lúgubre en que agotaba los últimos tiempos de su infeliz existencia, reaccionara, y ordenara que Luis Montás fuera traducido a su despacho sano y salvo. Y tan pronto se produjo la conducencia, de inmediato llamó a ese canalla Hatuey Decamps, comunicándole la situación, y éste, a su vez, encomendó a Marino Mendoza, el chulo amante de la Mazara, de permanente lengua estropajosa por efecto de drogas fuertes y alcohol etílico, con quien hablara Fefé Valera, diciéndole a Luis Montás: “Oye bien lo que voy a conversar”, y le dijo al interlocutor: “Marino, aquí está tu hombre” y luego habló en tono lo suficientemente alto y claro: “¡Ah! ¿Que la orden es que le dé pa’lante? Bueno, pues no hay problema, ¡ahí vamos!, como ustedes dicen”.

Y dijo: “Bueno, Pin, no es mi deseo, pero estás preso por denuncias hechas contra el gobierno y Hatuey Decamps y su familia”. Y luego expresó: “Dime, ¿quién escribe esto en "¡Despertar!", bajo la firma de Octavio Canela?, ¿no eres tú, Luis Montás?”. La respuesta fue la siguiente: “Aquí todo el mundo sabe que ese soy yo, y lo hago bajo ese nombre desde la dictadura de Balaguer, y Juan Bosch, su socio, en el año 1973 ya lo denunció, como apareció en el periódico ‘Ultima Hora’”.

Fefé Valera dijo: “¡Oh!, pues estás preso”.

Más adelante cabe decirse que el abogado de Luis Montás, que le fue permitido hablar con éste, le reprochó haber admitido que ese “eres tú”, ya que hasta entonces no había podido instrumentar expediente alguno. Cecilio Gómez no actuó por mala fe, sino movido por un sentido de amistad y solidaridad, así como por una visión personal que posee del ejercicio de su profesión, que es ser abogado, con todas las consecuencias que esto acarrea.

Las cosas no le resultaron al degenerado y aberrado sicofante Anacaona Decamps. Salvador Jorge Blanco tuvo que, una semana más o menos después, ordenar al Procurador General de la República la puesta en libertad del dirigente del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), considerando carente de base la acusación y la prisión, como un evidente acto de violación a la libertad de prensa y libre difusión del pensamiento, puesto que todas las denuncias políticas directas eran ciertas, y las otras de carácter ideológico y teórico, sólo podían ser perseguidas, en caso del restablecimiento del ambiente inquisitorial de los 12 años.

El depravado Hatuey Decamps, intrigante, calumniador, que no puede elaborar una sola idea correcta o incorrecta de manera continua pues lo suyo es la perversidad, reflejo de su retorcida práctica con hechos políticos y personales que le causan no pocas pesadillas, fue rechazado por las bases del perrodé y por los mismos componentes de los otros grupos de su seno, y ha constituido una entelequia más sucia y bastarda que el degenerado perrodé, que es el supuesto Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), con un toro negro como símbolo y los colores de la bandera nacional, lo cual no deja de ser contrario a la ley vigente.

Júzguese lo del toro negro a la luz o conjugándolo con sus declaraciones pro-haitianas y llamando a los dominicanos vagos, que no trabajan, al decir que los dominicanos deben abandonar sus protestas y luchas contra la presencia masiva de haitianos en la República Dominicana, ya que ellos son los que trabajan, y los dominicanos, se desprende entonces que no lo hacen, y de hecho somos vagos.

Continuaremos mañana sin falta.

 

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