Merecida y patriótica pedrada en el lomo al cura Riquoy agente de la fusión con Haití

 

Tal y como hemos venido denunciando, la Iglesia Católica, S. A. y sus órdenes son parte del entramado recolonizador cocinado por las potencias imperio-capitalistas de Estados Unidos y la Unión Europea más Canadá, consistente en buscar destruir la nación dominicana mediante su fusión con Haití.

Esto queda palmariamente comprobado no sólo con las actividades del agente cura católico Riquoy, dedicado a organizar masivas entradas de refugiados haitianos, previamente reclutados en el vecino país por buscones pagos del grupo Puente, cuyo presidente es precisamente este Riquoy, que opera junto al otro agente antidominicano que es el cura jesuita Regino Martínez, cuya área de operaciones está establecida en Dajabón.

Ahí, en Dajabón, está el llamado Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes Haitianos que ha organizado todo tipo de presiones para que las autoridades nacionales y las Fuerzas Armadas sean amarradas de pies y manos frente a las acciones antinacionales de los Riquoy, Regino Martínez y demás rufianes encubiertos en actividades religiosas y especulando con la llamada fe e ingenuidad de los sectores atrasados del país.

Se trata de una sistematizada presión para que los dominicanos nos dejemos joder por los haitianos, que bajo todo los pretextos y estimulados por los monopolios europeos y sus agentes religiosos, como los jesuitas, despliegan una campaña de propaganda aviesa para amedrentar a los dominicanos que resisten la fusión, y reclaman que a la Iglesia Católica, S. A. y a las sectas cristianas se les someta al orden y se les obligue a no abusar de la hospitalidad de la nación dominicana como hacen Riquoy, Regino Martínez y tantos otros.

La pedrada que en Jimaní le dieron patrióticamente al intruso agente belga, el arrogante antidominicano Riquoy, no se la asestaron mientras rezaba, sino en plena labor de contrabando y alojamiento de refugiados ilegales traídos por él y la Iglesia Católica furtivamente, en el curso de la noche, y amparados en la impunidad que reclaman estos parásitos ensotanados.

 

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