El vuelo directo de RHM al mundo real de la corrupción y el entreguismo

 

Rafael Hipólito Mejía: Su trayectoria gubernamental es el vuelo más espectacular al mundo real de la más abyecta corrupción y del entreguismo más escandaloso envuelto en vulgaridades, sobornos, amenazas, extorsión y chantajes coercitivos de los que no escapa ninguna esfera de actividad social ni área alguna de la nación, convertida ésta por gente como el presidente Rafael Hipólito Mejía en sus 48 mil kilómetros cuadrados, en el escenario más bien de una carnicería, degolladero o macelo donde, sin piedad ni escrúpulos, se descuartiza a todo un pueblo que previamente ha sido convertido por sus victimarios en adicto a todo tipo de infamia y hacerle creer hasta convencerlo que es impotente, para colocarlo al borde de llegar a ser sólo un amasijo de canallas.

Este sujeto, Rafael Hipólito Mejía, en su chabacanería inveterada con que irrespeta a un país al que sólo ha sabido dañar y vender al mejor postor, llegó a la arrogante y audaz consideración, en una aciaga ocasión, de que el 99.99% de los dominicanos somos corruptos y que esa otra insignificantísima fracción excepcional del 0.01% que se salva o quedaba excluida de la corrupción la constituía él y su sagradísima familia.

Ahora resulta que como los hechos, las cifras y los datos de la realidad parecen arrojar un saldo contundente de que quien afirmaba aquello del 99.99% de la corrupción en el seno de los dominicanos y del que se excluía él y su sagrada familia, estaba expresando con su fórmula una realidad interpretada precisamente al revés, esto es, de atrás para adelante, o con los pies para arriba y la cabeza para abajo, o donde lo incorrupto ocupaba la fracción que le correspondía a él del monto total de la corrupción social real, ha apelado al show de exponer arbitrariamente, como Macabón, que sea perseguido, crucificado y quemado vivo quien cuestione a su sagrada familia. Patea así el mulo la máxima romana de que la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino que tiene que demostrar -ella y no otro- que es en realidad honesta.

 

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