Arbitrariedades y truculencias de Rafael Hipólito Mejía respaldadas en cuerpo y alma por su Procurador que más que Doctor es un onagro del Derecho

 

Los que pensaban que Virgilio Bello Rosa era un ciudadano apegado al Derecho y de una postura democrática y progresiva, así como sustentador de una mínima cultura, por lo menos política, que le sirviera de freno a las mezquindades (que dicho sea de paso no nos contamos entre esos que pensaban tales cosas, puesto que al sujeto lo conocemos en toda su trayectoria desde el 1962 en la UASD y en Fragua, jamás se le conoció una inquietud por la ilustración ni jamás prohijó una idea progresiva democrática), ahora se dan cuenta de que donde la naturaleza no puso no puede haber nada.

Así, más como un seboruco, cuyo ejemplar antropológico descubrieran en las cuevas que llevan ese nombre en la Provincia de San Juan de la Maguana, y no como un jurista egresado de la UASD, Virgilio Bello Rosa acata las arbitrariedades despóticas de Rafael Hipólito Mejía en esa inequívoca señal de grosera ofensa contra el Derecho y la legalidad, como es apelar al artículo 55 de la Constitución de la República para la cancelación de la Fiscal de Dajabón que sólo había mostrado apego a la ley y al Derecho; lo mismo que apoya aquella decisión de Rafael Hipólito Mejía que va contra la probidad y la honradez en el desempeño de las funciones públicas por los funcionarios, y al Virgilio Bello Rosa hacer todo eso no sólo se identifica con esos desafueros, sino que de hecho se autoanula para oponerse a la corrupción, a la arbitrariedad y al crimen entronizados en el Estado. No se le puede dar de lado a que la necesidad de la lucha contra esos males, está ocupando un lugar estelar dentro de las tareas perentorias que reclama de la Judicatura la sociedad dominicana.

Nosotros apostamos peso contra morisqueta que histórica, antropológica y geográficamente, ese mismo Virgilio Bello Rosa, Procurador General de la República, aunque se dice oriundo de San Francisco de Macorís, está vinculado íntima y ancestralmente al espécimen seboruco del hallazgo científico del doctor Luna Calderón en San Juan de la Maguana.

Como si tal cosa, Virgilio Bello Rosa, sin que exista ningún estado de excepción ni situación de emergencia nacional, proclama y secunda al presidente Rafael Hipólito Mejía quien ha cancelado a la Procuradora Fiscal de Dajabón, haciendo uso del artículo 55, el cual es piedra angular de la arbitrariedad, del absolutismo y los abusos en la República Dominicana.

Otra de las hazañas que desdicen ante la opinión pública su vocación y apego por el Estado de Derecho, gira alrededor de su destemplada declaración de que debe saberse que todo el que difunda informaciones en torno a la proclamada sagrada familia presidencial tendrá que responder ante los tribunales.

Como se puede apreciar sin necesidad de mayores esfuerzos, Virgilio Bello Rosa no se comporta a la altura del cargo que ocupa ni mucho menos su cuestionable conducta estaría acorde con un personaje que, supuesta o formalmente cuando menos, hay círculos que insisten en rodearle de una trayectoria al lado del desafortunado Movimiento Popular Dominicano (MPD), que fue una organización diezmada por las acciones criminales y asesinas, al margen de la ley, por la dictadura del tirano alimaña en los 12 años. Y si tal cosa fue cierta, como en efecto entendemos, no cabe duda que mueve a suspicacia toda su conducta pública actual hasta llegar al punto de preguntarnos a qué centros de mandos, o bien, al servicio de quién estaba en aquellos tiempos en realidad Virgilio Bello Rosa, ya que lo de convicción democrática en su persona hay que descartarlo de plano.

 

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