La Suprema Corte calla ante la usurpación de funciones judiciales hecha por Candelier

 

Nuestro desdichado país hoy está agobiado por grandes problemas, sobre todo, por un gobierno antidominicano, antipopular y además un gobierno que sirve incondicionalmente y de rodillas los intereses de los monopolios y de los grupos más explotadores de este país.

El país tiene que sufrir los desmanes de una Policía Nacional que se ha abrogado la facultad de actuar como tribunales y como jueces implacables, aplicando leyes que no existen ni están registradas en la legislación dominicana, leyes que no contemplan la Constitución ni los Códigos judiciales que rigen la vida judicial de la República Dominicana.

El país está agobiado por el hambre descomunal que sufren las masas populares, por las grandes necesidades insatisfechas.

El país se cae a pedazos puesto que ni siquiera posee los hospitales públicos para brindar atención gratuita a los miles y miles de dominicanos que son víctimas de enfermedades curables, pero que debido a la desnutrición, a la insalubridad y a la irresponsabilidad de este gobierno sus males se le acrecientan.

Estos males, de por sí son suficientes para acabar con cualquier comunidad humana; pero además, este pueblo, este país, tiene 500 años sufriendo el acoso de esas sanguijuelas que se llaman curas y religiosos, católicos y cristianos.

Pero todos estos males pudieran ser enfrentados exitosamente por el pueblo dominicano, a quien le sobran las condiciones necesarias para lograr los objetivos que se plantea; sin embargo, la existencia de un Poder Judicial, encabezado por una Suprema Corte, cuyo Presidente es de pie a cabeza una deshonra para el sistema judicial de cualquier país que pretenda vivir en la modernidad, todos aquellos males se multiplican por 100 y hoy en día puede decirse que aplastan al pueblo dominicano.