La abstención electoral garantiza independencia y espíritu de lucha frente al neoliberalismo y su nuevo gobierno

La abstención electoral única actitud válida ante un menú electoral indigerible por estar elaborado con ingredientes en descomposición capaces de llevar al cementerio o dejar en serios riesgos de muerte a todo el que lo meta en su boca

Resultó tal y como se proyectó: votar por uno cualquiera de los tres candidatos de los tres partidos tradicionales era igualarse a los tres, hacerles el juego y convertirse en su cómplice a la vez.

Pero lo que ya se proyecta como gobierno del que fue nombrado ganador, Hipólito Mejía, está dejando atrás, pero muy atrás, todos los malos augurios y negros vaticinios. Según se vislumbra, el asunto será peor de lo que cualquiera se imaginó.

Parece que será el gobierno del burro y de la mula, y que se enfrentará no sólo a la parte del pueblo que pasiva o activamente contra él (contra Hipólito Mejía) se manifestó, haciendo uso del voto o de la abstención que, en conjunto, suma casi un 65% de la población electoral total, sino que se dará de frente con el mismo partido (PRD) que lo postuló y que aportó cerca del casi 35% de la población electoral que a su favor votó.

Cerca de un 30% no concurrió a votar, básica y principalmente por falta de identificación con el menú electoral ofertado por los partidos políticos concurrentes a las elecciones. De hecho este porcentaje gravita contra Hipólito Mejía.

Pero sólo los de la izquierda podían tener interés en no quedar empantanados con ninguno de los candidatos por cuanto todos sin excepción están comprometidos como agentes, promotores o lacayos del neoliberalismo y la globalización, cuyos efectos catastróficos ahora se han de acentuar y expresar con más énfasis y crudeza sobre la población pobre del país.

Guardar distancia de esas candidaturas resultó lo más sano y prudente, Y esto sólo podía hacerse con la abstención electoral.

Los revolucionarios, y sobre todo los marxista-leninistas (comunistas) debían guardarse de alentar falsas expectativas e infundadas ilusiones en torno a uno u otro candidato, lo mismo que respecto a esos partidos (PRD, PRSC y PLD). Si las masas favorecieron a Hipólito Mejía con un 35% de votos de la población electoral total y con 17.5% al PLD y al PRSC respectivamente, no cabe duda de que seguirá siendo el nuevo gobierno del "ganador" una representación política de una minoría, con el agravante de que actuará, como ya se ha esmerado en subrayarlo sin rodeo el futuro Presidente, sería un gobierno a favor de esa otra minoría de explotadores nativos y extranjeros conforme los planes y programas del BID, el Banco Mundial y el FMI.

¿Qué hubiese logrado la izquierda y los comunistas llamando a votar por uno de esos tres candidatos o bien por uno de los otros charlatanes y mercenarios que como relleno redondeaban ese indigesto menú?

El rufián archioportunista Chaljub Mejía escribió con toda mala intención respecto a la abstención, buscando hacerla recaer en quien él mejor que nadie sabe que su influencia no pasa de las salas de redacciones de las peores letrinas de la prensa amarilla.

Sin embargo, la justa posición de llamar a la abstención electoral y el trabajo de hacer presente esa exhortación política en todos los rincones del país es asunto y responsabilidad casi exclusiva de nuestro Partido (PACOREDO) a través de ésta, que es nuestra prensa.

El rufián amanerado pretende traer a Lenin por los cabellos para ocultar sus propias impudicias mercenarias.

Especula este pervertido que Lenin formuló una supuesta tesis de que si los revolucionarios no pueden implementar la insurrección frente a un proceso electoral, están ipso facto obligados a apoyar aun a los peores verdugos o a cualquier mercenario metido o presentado como candidato de la burguesía. Pero habla de boca, sin atreverse a presentar la cita textualmente de Lenin, ¿por qué no lo haría?

No sólo que recurre a esa falacia para justificarse como electorero a ultranza de última hora después que de puño y letra escribiera en la constitución del partiducho contra el trabajo (pct) que "las elecciones son fraudulentas por naturaleza" (1985), sino que no guarda ni siquiera reparos en presentar a un Lenin como igual a él, además como un vulgar seguidista de la burguesía.

Ahora bien, parece que la otra manera de los Chaljub Mejía, el borracho Salazar y la dientúa tuberculosa de Virtudes Alvarez "participar en elecciones" (según ellos) es cabildear por medio del lacayismo y el mercenarismo que postulan, ante los partidos y representantes de la burguesía y la Junta, alcanzar un reconocimiento electoral a través de una tal MIUCA deliberadamente sin perfiles ni contenido ideológicos, pero sí socialreformistas de tomo y lomo, para recibir 3.8 millones de pesos de la JCE, repartírselos, bebérselos, cuereárselos por la María Montez y la Américo Lugo y en decenas de vagabunderías por el estilo, para luego aparecer diciendo a última hora que se retiran de las elecciones por no haber condiciones para participar en las mismas.

No se puede decir que eso honra, sino que deshonra un movimiento revolucionario, ¿o acaso quienes llegan a tales extremos de prostitución y degradación políticas e ideológicas pueden ampararse en Lenin? Semejantes lúmpenes y amorales son para el proceso revolucionario y para las masas peores que el mismo SIDA.