La evolución no es una teoría es un hecho

La creación es apenas una fábula, ni alcanza el nivel de teoría

La publicación anterior respecto al tema de la evolución del hombre significó para nosotros una gran experiencia por cuanto nos colocó, sin que ése fuera nuestro objetivo, frente a frente con los imbéciles fanáticos cristianos, tanto católicos como protestantes que, como si en el lugar donde se supone que tienen un cerebro con sus facultades de discernimiento y diferenciación aptas, les hubiesen colocado un disco rayado o un microship, por lo que sólo atinan a repetir como estúpidos automatizados o salvajes prehistóricos: "Eso niega a dios. Yo creo en la creación. Eso es un invento. La Biblia no dice eso, etc., etc."

Pero del mismo modo pudimos comprobar que el interés de la gente del pueblo por un asunto de tanta significación, como es el de la evolución del hombre, es mucho mayor y más intenso que el afán oscuro, ciego y torpe de los fanáticos alienados en el oscurantismo religioso y sus supersticiones.

Este aspecto nos vino a confirmar, por experiencia viva y directa, que a pesar de todos los recursos puestos en juego por las poderosísimas fuerzas del imperialismo capitalista mundial en busca de mantener a la gente aferrada, en forma esclavizada, a esas supercherías, como la de que dios, el tótem judío, creó al hombre y que de su costilla creó la mujer, la gente percibe claramente que eso es puro disparate. Y esto, sin tomar en cuenta que biológicamente es factible y casi seguro que primero que el macho apareció la hembra. ¿Qué dirá la genética al respecto? De seguro que no queda bien parada la fábula creacionista.

El rechazo formulado por la ciencia, la práctica y la experimentación científica a todas las sandeces supersticiosas bases de la religión y de la religiosidad, junto al afán de la gente por enterarse de los aportes de la ciencia, persisten y no se detienen.

Aunque los grupos religiosos y oscurantistas católicos y evangélicos o protestantes y Testigos de Jehová, que son la misma mierda, emplean el chantaje y la intimidación para, por intermedio del miedo generado por un oculto terror sicológico, que a su vez se nutre del reconocimiento o la recordación de que esas religiones católicas o protestantes, en una palabra, cristianas, según corrobora la historia, se sustentan en el genocidio y los abusos más monstruosos durante dos mil años en contra de la humanidad. Y esa experiencia histórico-práctica, por más que la disfracen, es una fuente secreta de terror e intimidación, cuyo espectro fatídico es reforzado con las prédicas persistentes en el temor a un infierno o a otro juicio después de la muerte.

Como nuestra posición es al lado de la ciencia y en base a ella, resulta que esos siquitrillados fanáticos religiosos, en militancia por el oscurantismo, tienen que enfrentarse a hechos y realidades que no parten ni se alimentan de supuestos ni de cuentos de camino, pues se trata de hechos y realidades comprobados y comprobables.

Tal es el caso de la evolución. Esta, la evolución, no es una teoría, la evolución es, dolorosamente para los fanáticos religiosos, un hecho.

Pero ni siquiera la evolución como un hecho se enfrenta o tiene por adversario una teoría contraria, puesto que lo de la creación del mundo por dios, según el Génesis, no alcanza siquiera el nivel de teoría ya que se trata de una estúpida fábula nutrida de la ignorancia y el fanatismo de un grupo de salvajes, desprovistos hasta del nivel cultural mínimo necesario e imprescindible para elaborar lo que vendría siendo una teoría.

Así, si la evolución es un hecho, sobrepasando las expectativas de lo que es una teoría, la creación, en cambio, es una fábula primitiva que no reúne ni tiene siquiera los requisitos básicos para ser o alcanzar el carácter propio de una teoría.

Pero además, al abordar el tema de la evolución, hemos de subrayar que no sólo, única ni principalmente ha evolucionado el hombre partiendo de los monos.

La evolución abarca la totalidad del universo, y resulta una consecuencia del eterno estado en movimiento de toda forma de existencia de la infinita materia.

Por ejemplo, Carl Sagan, en su interesante obra "Cosmos", escribe en torno a la famosa biblioteca de Alejandría, víctima de la vocación incendiaria de los cristianos cuando ya esta religión se había entendido con el Imperio Romano y había sido declarada su religión oficial por Constantino I, y cuando ya anteriormente, en el año 64, había quemado a Roma, cumpliendo las pautas estratégicas del zelote Jesús de Nazaret, conforme se pone de relieve como el verdadero autor del Apocalipsis original cerca del año 27, o sea, años antes de cruzar el Jordán y ser crucificado por delincuente. Parecería irónico, pero al escribir esta palabra veo ineluctablemente al cardenal López Rodríguez dictando la orden de fusilamiento indiscriminado contra la población cuando, con el rostro crispado y los ojos encendidos por un odio infernal, dijera, para que la prensa del régimen así lo desplegara: "mano dura contra los delincuentes".

Carl Sagan nos dice: "Sabemos que había una historia del mundo en tres volúmenes, perdida actualmente, de un sacerdote babilonio llamado Beroso. El 1er. volumen se ocupaba del intervalo desde la Creación hasta el Diluvio, un período al cual atribuyó una duración de 432,000 años, es decir, cien veces más que la Cronología (tiempo que haría que dios creó el mundo, N. de R.) del Antiguo Testamento (Génesis)".

Si Beroso, que existió muchos siglos antes de esta era, habla de un diluvio universal que se produjo casi medio millón de años antes que la creación, cuando, conforme al Génesis, ahora haría en cambio 6 mil años que dios hizo el mundo, ¿puede creerse en la fábula creacionista de que eso ocurrió hace 6 mil años?

Carl Sagan relata en su obra que el Sistema Solar tiene una edad que oscila entre los 15 mil y 20 mil millones de años. Y la Tierra (planeta) apenas tiene cuando menos 6 mil millones de años. O sea que el Génesis, respecto a la formación del Universo anda retrasado como en 15 ó 20 mil millones de años, y con respecto a la Tierra, anda más cerca, pues está alrededor de 6 a 10 mil millones de años de distancia.

Y pensar que estos salvajes andan tras un retrotraimiento en la inteligencia del hombre dominicano precisamente en ese mismo orden, es decir, buscan retrotraernos 6 mil millones de años atrás con su pretensión de la lectura obligada de la Biblia en las escuelas.

Estos salvajes primitivos son en realidad una vergüenza para la condición humana.