Casals Victoria dio en el justo blanco; Roberto Saladín, verdadera vergüenza para la dignidad nacional

Si un representante diplomático del país en el extranjero carece del sentido propio del patriotismo y, por tanto, de la nación que se le encomienda representar (como es el caso de Roberto Saladín), cometiendo evidentes actos de entreguismo y pusilanimidad, el deber de todo ciudadano es reivindicar la dignidad nacional y responder la ofensa del gobernante extranjero que, prevalido de una u otra posición, arremete sin consideración ni respeto contra la soberanía nacional.

Roberto Saladín se retrató a sí mismo de cuerpo entero como un personaje mediocre al que sólo le importa lo personal y su mezquina familia, pero que no tiene ni remotamente calidad, concepto ni madera para actuar como un representante de la dominicanidad en el extranjero ni en el país. Ese es un lacayo sumiso, servil y sin dignidad.

Esa cobardía y pusilanimidad de Roberto Saladín no es casual ni fortuita, sino que ha sido acuñada y curtida por éste desde su juventud como estudiante universitario.

Qué importa y qué le importa a la nación dominicana que él le haya presentado sus dos, tres o quince hijos al "emperador" Clinton, y que éste le haya hecho una que otra zalamería a cada uno de ellos, e incluso a su misma esposa.

Y destacar el descarado gesto de intruso de Clinton en los asuntos internos dominicanos y no otra cosa, es lo que ha hecho Pedro Casals Victoria, en el caso de asumir la defensa de la soberanía nacional frente a la poco cortés y, por lo tanto, desconsiderada actitud de Bill Clinton, ante Roberto Saladín, al momento de éste presentarle sus cartas credenciales.

Roberto Saladín, como un buen representante de Leonel Fernández, no le importó que la soberanía nacional fuera ofendida por un hegemonista gendarme internacional y genocida como ha devenido en ser Bill Clinton.

Y en su réplica a Casals Victoria, da a entender que carece de toda visión que se requiere y que califica a un representante diplomático de nuestro país en el extranjero. En verdad, leyendo la arremetida de Roberto Saladín Selín contra el doctor Casals Victoria, nos da la sensación de que hay personajes que se arrastran tanto que luego no pueden sostenerse parados en sus dos pies. De tantas veces asumir la genuflexión llegan a una condición que no se percatan que en un cargo público no cuenta lo personal, y que si se parte de esto y no de los intereses generales y nacionales, cuya representación se ostenta, se cae en la ridiculez. Y que cuando se pretende usar las palabras y el discernimiento para ocultar la mediocridad o la falta de dignidad, se monta un espectáculo que asquea y da ganas de vomitar.

Casals Victoria ha cometido muchos errores como hombre público e intelectual de grandes inquietudes en nuestro terruño. Pero no hay duda que eso de criticar a Agripino Nuñez, que se ha convertido en un agente mercenario de la "Agencia Internacional de Desarrollo" (AID) y de criticar las ofensas e intromisiones del "emperador" Clinton en los asuntos internos de la República Dominicana, no están entre aquellos desaciertos que justamente se le pueden contabilizar a Casals Victoria, sino más bien dentro del marco de la reivindicación personal y la búsqueda de la verdad sirviendo al país al que pertenece.

De Casals Victoria hemos diferido muchas veces. Desde cuando asumiera las posturas socialdemócratas, seducido por la cultura y la inteligencia de Juan Isidro Jimenes Grullón. Eso ocurrió siendo él todavía muy joven. Pero hoy viene a demostrar que vale más y posee más dignidad que aquéllos que, andando el tiempo, sólo han aprendido a vivir de rodillas y besándoles las manos a sus amos, temiendo incluso equivocarse.

El criticar con argumentos y palabras claras, verticales, transparentes y valientes los bochornosos actos que desdicen la conducta de Leonel Fernández, no constituyen grosería ni ejercicio del odio por parte de Casals Victoria, sino un digno y valiente uso del derecho democrático que permite la libertad de prensa, de pensamiento, de creencia y política alcanzada por nuestro pueblo en estos últimos casi 40 años de continuas y denodadas luchas.

Que sea de hecho opuesto a la concertación cuando ésta se esgrime y emplea como instrumento para favorecer espúreos y bastardos intereses en contra del país y para destruir la nación dominicana. Sólo a un lacayo indigno de la ciudadanía dominicana, como es Roberto Saladín, se le ocurre enrostrárselo al señor Casals Victoria.

Siga atreviéndose así, Casals Victoria, siga creciendo, que se hace camino al andar, no al acostarse.