La fusión domínico-haitiana disfrazada y con un jus soli interpretado y aplicado a rajatablas y a la medida del estricto interés colonial

La Iglesia Católica busca hacer desaparecer el cadáver de Haití que es la prueba irrefutable de su responsabilidad en ese genocidio

Hugo Tolentino al desnudo como seudo intelectual y real mercenario

Fueron los obispos Mamerto Rivas y Grullón Estrella (este último cuñado y concuñado a la vez de Hipólito Mejía, candidato del PRD), y secundados en sus babosadas por Abreu, el de Montecristi, quienes dieron al unísono hace ya varios meses el grito de ataque en esta batalla por aplicar de inmediato el plan Kosovo contra la República Dominicana exigiendo se les dé la nacionalidad dominicana a cerca de 300,000 niños haitianos sólo para empezar, y concretizar así la fusión de la República Dominicana con Haití, y de paso no sólo cobrar o justificar los miles de millones ya cobrados y embolsillados por los curas católicos criollos para actuar como agentes de los planes extranjeros contra la República Dominicana, sino, además, para destruir a Haití como cuerpo y prueba del genocidio perpetrado por el Vaticano mismo contra ese país, cuyo territorio no sólo fue saqueado durante la colonización y la esclavitud con la Iglesia Católica y el cristianismo como beneficiarios # 1, sino que Haití ha sido víctima de un Concordato que data del 1861, y en virtud del cual el Estado haitiano está obligado hasta a pagarle formalmente un salario (sueldo) a cada sacerdote católico, equivalente al de la oficialidad de su ejército o el tipo de cuerpo militar que tenga el Estado haitiano, cosa que se ha cumplido exactamente al pie de la letra desde hace 138 años.

Y no cabe la menor duda de que el obispo gay sabe perfectamente de lo que habla a pesar de ser media lengua cuando dice: "Se ha hablado mucha baba de la nacionalidad de los 300,000 haitianos pero están obligados a dársela".

La conspiración anti-dominicana que encierra esta pretensión y que ahora estalla con funestas perspectivas con un eco directo en la ONU y en la OEA como foros y herramientas colonialistas de los EUA y la UE, a los que se suman los canadienses, hace tiempo que estos países vienen cocinándola a todo vapor.

Pero además, en el curso de la elucidación del importantísimo caso que atañe a la existencia misma de República Dominicana hasta el espeluznante punto de que pone a nuestro país en peligro de desaparecer como nación, se ha podido ver con toda claridad y la mayor precisión que, efectivamente, los partidos del sistema, por expresar los intereses de estamentos contrarrevolucionarios y lacayos, parasitarios y sin una identidad cultural ni política genuina ni auténtica, son copartícipes de la traición a la nación dominicana y en esto se destaca en especial el PRD que ocupa una posición cimera en el prohaitianismo como reflejo de un inveterado espíritu de lacayismo y traición que le fuera reforzado en forma de atarugamiento, como las violaciones que gustaba practicar su fenecido líder haitiano José Francisco Peña Gómez; por su lado el Pálido desde el gobierno ante el caso haitiano ha efectuado la confirmación plena y total de que es tan anti-nacional y anti-dominicano como traidor por ser una innegable obra del crápula Juan Bosch, igual que lo fueran Peña Gómez y el PRD.

La postura del PRSC y los balagueristas es la de a dios rogando y con el mazo dando, pues ellos son de los que más han abonado el terreno para llevar el país a la encerrona a que está expuesto.

Hatuey Decamps, Hipólito Mejía y esa recua de arribistas buscavidas y trepadores, oportunistas de pura cepa, pretenden hacerse los que no saben de qué se trata y cuando se les pregunta al respecto salen con respuestas peregrinas y estúpidas, queriendo escurrir el bulto y ocultar que ellos están metidos en esto hasta más arriba de la coronilla, o sea, que en muestra de su carácter de agentes del imperio-colonialismo y prohaitianos por compromiso de larga data, quieren sacarle el cuerpo al asunto haciéndose, como dice el pueblo, los pendejos.

Hugo Tolentino, ese funesto mequetrefe de pensamiento tan superficial como raquítico, adelantándose a lo que de antemano sabía estaba ya en plena ebullición dentro de la cocina imperio-capitalista y colonialista, quiso guardarse las espaldas y diligenció aparecer hace 2 meses diciendo que la fusión entre Haití y República Dominicana era imposible dadas las grandes diferencias histórico-culturales.

Pero al parecer lo que ese perverso maquereaux en verdad quiso subrayar entonces es que para lograr la meta suya y de los peñagomistas ellos entendían que había que disponerse a la preparación de la destrucción total de la República Dominicana y de esta nación de una vez por todas.

Mas en tanto éstos simulan y fingen, las cosas podridas emiten un inequívoco vaho pestilente. Así, Leonor Sánchez Baret puja y repuja ante la Junta Central Electoral, a nombre del PRD, del que es delegado oficial, para que se les dé la nacionalidad dominicana a los 300,000 haitianitos, consciente de que detrás de éstos habría que dársela a los 2 padres de cada uno, con lo que sumarían 900,000, y si seguimos sumando los que entran en la cadena, al final ya estamos hablando de cerca de 2 millones más de haitianos nacionalizados "dominicanos". Esa postura de Leonor Sánchez Baret la emitió públicamente y sin pudor a través de la amarilla light de la TV, Nuria Piera.

Leonor Sánchez Baret, igual que los legisladores del PRD y sus candidatos, hablan y repiten el sonsonete de que "a todo el que nace aquí..." hay que darle la nacionalidad, lo que a su vez amparan en una interpretación judaica, arbitraria y acomodaticia del llamado derecho jus soli. Este principio interpretado a ultranza, desprovisto de contenido nacional y cultural o político y aplicado a rajatablas por encima de las realidades históricas concretas, resulta no sólo aquí sino en cualquier parte o rincón del mundo, en vez de un logro, un adefesio infernal que deviene en una fatal guillotina para la dominicanidad o la comunidad nacional de que se trate, como resalta en el caso de Kosovo, provincia serbia de Yugoslavia.

Y esos lacayos, sobre todo del PRD, han conformado legiones enteras de abogaduchos desarrapados cultural e intelectualmente que han venido usando en forma abusiva la condición de "catedráticos" o profesores mercenarios de diversas "universidades" y escuelas para imponer y difundir esa tan venenosa como anticientífica, antihistórica y unilateral interpretación del jus soli, desconociendo, ignorando o no importándoles las experiencias históricas concretas acumuladas alrededor del nacimiento y aplicación de ese principio de la nacionalidad, que no es, por cierto, el único a tomarse en cuenta.

Y los peñistas, ¡qué casualidad!, como una tal profesora Santamaría de la UASD, que es una adalid de esta vergonzosa labor, son los que más se destacan como siquitrillados y en franca escenificación de incapacidad para discernir o de ejercer la simple facultad del discernimiento para cada caso en concreto. Resultan verdaderas cotorras lacayas de quienes, como charlatanes, les dejan caer una que otra borona.

"¡Que para la aplicación del jus soli sólo cuenta dónde se nace, sin importar cómo ni por qué!". Vaya usted a ver y repásese la historia real, y se verá que eso en realidad nunca ha sido así.

El jus soli, como todo principio del derecho, atañe de manera directa a la democracia en algunas de sus fases y formas. Basta y sobra saber que, contrariamente a lo que vulgarmente se ha difundido, el concepto o palabra democracia se refiere, según su raíz etimológica, a gobierno de un pueblo en indisoluble vinculación con un territorio, y no a gobierno del pueblo en general y en abstracto, por el pueblo y para el pueblo, como falsamente se puede creer. Aunque Abraham Lincoln, refiriéndose a una situación en que la burguesía norteamericana se decía representante del pueblo y apelaba a aquella socorrida definición como otra de las tantas hojas de parra con que esa misma clase capitalista, conforme sus intereses particulares, ha encubierto sus desvergüenzas íntimas.

El vocablo griego demo significa pueblo territorializado. Por el contrario, es el vocablo griego geno que significa pueblo. Así, genocidio equivale a asesinato de un pueblo, como los crímenes de la Iglesia en Palma Sola o en América a raíz de "su" descubrimiento y su consiguiente cristianización y evangelización, sinónimas ambas de sangre y fuego.

Y como derecho se incorpora por primera vez al cuerpo de gobierno en Grecia.

Con el jus soli se supera al jus sanguini, que fuera la base de la sociedad gentilicia, cuyo núcleo es la gen, el clan, el tótem común. Y cabe hacerse la siguiente interrogante:

¿Concibieron el jus soli los griegos como algo absoluto, a rajatablas, que sustituía todos los valores básicos de su nacionalidad? Veamos los hechos y de inmediato se comprueba exactamente todo lo contrario.

De esta nacionalidad por territorio en que se nace quedaban excluidos distintos sectores, aún habiendo nacido en territorio griego. Así, ni metecos, ni jóvenes, ni las mujeres, ni esclavos, aún naciendo en Grecia e hijos de padres griegos, ejercían ni disfrutaban los privilegios del ciudadano ni de la nacionalidad griega. Estaban pues excluidos del pueblo griego y de su democracia.

En Roma se daba otro tanto con peculiaridades de suma importancia, igual que en toda nación de la antigüedad donde siempre se exigía tomar en cuenta lo que haría correr el riesgo de hacer peligrar el destino y el futuro de la nación.

En el ilustrativo caso actual de Yugoslavia, con las experiencias de los albaneses desplazados arteramente hacia Kosovo, se corrobora que el jus soli sólo se lleva a extremos irracionales cuando las potencias imperialistas y colonialistas persiguen fines adversos a la integridad de una nación y se pertrechan detrás de la manipulación del citado principio. Y cuán peligroso resulta absolutizar de manera unilateral su interpretación y aún más su aplicación, como manifiestan los prohaitianos en estos momentos cruciales.

Los serbios, con Milosevic a la cabeza, actuaron correctamente, aunque depravados intelectuales, como el tal señorito Cuchi Elías, pretendan presentar el caso a la luz de la óptica de cocolo y lacayo aberrado por las taras y atavismos ancestrales emanados de su formación biblística a lo cocolo (o sea, bajo una aberración individualista mesiánica mística), de que el asunto de Yugoslavia lo causaba un individuo y una persona, que era Milosevic, y dejando deliberadamente así de lado al imperialismo, al colonialismo y, ante todo, la realidad histórico-universal.

Ya continuaremos próximamente tocando estos tan interesantes asuntos.