La cuestión carcelaria

Otro renglón comercial que la Iglesia Católica y su parásito Cardenal aspiran a explotar en su beneficio privado

 

Cada vez más se comprueba que la voracidad del alias Cardenal y su negocio Iglesia Católica-Vaticano, S.A., no tiene límites. Ahora tienen en la mira hacer una empresa comercial que rente cuantiosos dividendos de cada una de las cárceles, de todas las cárceles y de cada preso que la sociedad, a través del Estado de la República, tiene recluido en las cárceles.

Ya está en el aire la campaña mediática de sus órganos vocingleros dentro de las filas de la prensa amarilla y sus viles mercenarios, plumíferos de a tanto por línea, más el encubrimiento de sus vicios.

La cuestión del sistema carcelario y de la situación de los ciudadanos reducidos a prisión, conforme a la precaria medida en que, en forma discriminatoria incluso, se aplican en el país y la sociedad las leyes vigentes con carácter marcadamente selectivo, dado el grado descomunal que alcanza lo de lo inconmensurable, de la impunidad y los privilegios que, al igual que como sucede con la corrupción estatal y social, lo mismo que el terrorismo y los crímenes de Estado, que tienen como fuente principal a la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana; así, las cárceles siempre han sido vistas por ésa como una de sus más fértiles y factibles áreas de negocios y enriquecimiento suyo, lo que, con el neoliberalismo y la privatización, se ha relanzado, conforme la reingeniería de la lógica imperio-capitalista y su férreo maridaje espurio con la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana, como se ve en Honduras, como se palpa en las campañas de genocidios con las nuevas cruzadas del mundo imperialista, comandado por el ave de rapiña imperial y su bandera de las barras y las estrellas; y de este modo, la cuestión del sistema carcelario y de los ciudadanos reducidos a prisión ha sido colocada en la mira como un asunto prioritario de los negocios y empresas financieras de la Iglesia Católica-Vaticano, y en particular de su voraz e insaciable en su desorbitada ambición parasitaria, lo que en su caso y en su dimensión deja de ser un pecado capital, del alias Cardenal métesentodo, acapáralo todo, ambiciónalo todo, sátiro hedonista y concupiscente Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez (igual que ocurre con los millones de dólares del narcotráfico que dejan de ser "malditos" y "sangrientos" cuando son colocados en manos de los obispos y cardenales católicos, como ya autoconfesaron los de México, a través de su vocero Norberto Rivera), por lo que hace tiempo el alias Cardenal ordenó se llevara a cabo, a manera de estudio de factibilidad o marketing, un resumen del cual fue, con fines propagandísticos, difundido a través de "Clave" por medio de Fausto Rosario Adames, agente colaborador de la CIA y activo del Opus Dei, formado bajo las faldas del obispo Camilo de Radio Santa María y a través de la muy calificada dirección-profesoral en ese oficio infame del espionaje de la CIA del fenecido agente contratista de la CIA, Sacha Volman, y brazo derecho éste del espía pagado por ésta, el honorabilísimo y eminentísimo agente Juan Emilio Bosch Gaviño, en la Escuela de la CIA de Costa Rica, a todo lo que sus cínicos discípulos pelegatos denominan "ejemplo ético de su profesor".

Además Fausto Rosario Adames es miembro del grupo opusdeista y confesional "Uno + Uno" que encabeza Juan Bolívar Díaz Santana, asalariado del magnate del Opus Dei, el español franquista falangista Pepín Corripio.

Todo aquello culminó en que el alias Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez formó una corporación carcelaria dándole el nombre de Patronato Penitenciario (Pastoral), a cuya formal inauguración vino el muy afamado mafioso cardenalicio Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga (cabecilla Opus Dei de Honduras y coordinador con la CIA del Golpe de Estado contra Zelaya, y llevada al Poder de Leonele-tti-Pinocheletti -Micheletti) quien a su vez vino acompañado de un enviado de Rumsfeld, gerente general de los laboratorios de fármacos de George W. Bush y familia, en particular siquiátricas para traumas y catástrofes, como para dejar las huellas inevitables que los criminales, según preconizan las ciencias forenses, no pueden evitar esparcir, como testimonios de sus depredaciones y sus aberraciones.

 

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