El trasnochado y demagógico pensamiento retardatario del llamado José Miguel Soto (o Trujillo) Jiménez

Comete fraude y estafa en el pensamiento presentando viejas e insignificantes cuestiones como demandas esenciales del presente y futuro inmediato

 

José Miguel Soto (o Trujillo) Jiménez, que quiere pasar de contrabando su reaccionarismo y su condición real de agente del atraso e instrumento demagógico, y sobre todo del imperialismo norteamericano y sus programas neoliberales en general, como el pro-haitianismo infame al que apela a su conveniencia, no sólo que habla muchas vacuencias aéreas, a pesar de que vive haciendo ostentosamente aguaje -porque no es otra cosa, como guardia viejo y vividor, lo que lleva a cabo- de criticar, por vivir en el aire, al máximo exponente de esas aberraciones, que es Leonel Antonio Fernández Reyna, elucubraciones y menjunjes con que hace sus embarres, por los que ya se le conoce, pero eso de rehuir hablar en concreto y ocultar con eufemismos sus verdaderas convicciones, es exactamente lo  mismo que hace el nombrado José Miguel Soto (o Trujillo) Jiménez.

Pero otro rasgo de la maniobra que, con carácter demagógico, ha montado Soto (o Trujillo) Jiménez, y que amerita destacarse, es que apela a presentar como demandas democráticas y progresistas de actualidad, asuntos por los qué, o contra los qué, se luchaba y tenían vigencia hace unos 60 ó 50 años, pero que desde el 1961 en adelante empezaron a ser cosas del pasado o a ser piezas del museo de la historia, en tanto, sin embargo, calla las tareas democráticas y sus demandas de actualidad y por las que aún se brega para ser alcanzadas y que tienen, además, carácter de asuntos fundamentales, como la soberanía nacional y la soberanía estatal, o como la reivindicación de autodeterminación del pueblo, esto es, de las masas; todo lo que implica la denuncia, enfrentamiento y lucha contra el imperialismo norteamericano y el de la Unión Europea, como en contra del control, usurpación e injerencia parasitaria de la Iglesia Católica-Vaticano (vía el Concordato, Vicariato Castrense y Patronato Nacional San Rafael) sobre el Estado dominicano. Ahí mismo este locuaz personaje escurre el bulto y se plumea.

Su rejuego a tomar en cuenta es éste, de colocar como tareas y metas a lograr asuntos que, con el mismo devenir histórico, ya están prácticamente dejados atrás, como por ejemplo:

"Celebrar nuestras gestas personales sin la obstinada referencia. Casarse, cumplir años, bautizar y morirse uno, por uno mismo, sin tener que agradecerle. Maldecir, renegar, encojonarse sin que lo tergiversen, creer o no creer, recapitular, carajear la vida, irse para el carajo cuando le venga en ganas. Nombrar a sus hijos con el nombre preciso, escoger el santo de su conveniencia, cambiarse de patrono, escoger virgen, bañarse en La Toma y oír en la radio estaciones de afuera. Ser compadre de quien le dé la gana, comadrear libremente, emparentar a patas sueltas, confirmar, hacer primera comunión, casarse y recibir la extremaunción sin su tutela. Jugar un pollo en contra del teniente, escupir redondo. Algún día podremos librar nuestros hijos del padrinazgo obligatorio, echarle agua al muchacho sin ayuda del partido…

"Después, en medio del temor y la fanfarria sandunguera, les entregamos las claves de nuestra idiosincrasia, las llaves de nuestros santuarios tutelares y nos manipuló con ellas el alma por treinta largos años. Pero lo de las tres hermanas no tuvo nombre, ni perdón de dios, ni de los santos, fue un hecho injustificable, aborrecible, intolerable, más allá de la culpa y las disculpas, fue un crimen odioso, ominoso, execrable, antipático, repugnante y repulsivo, útil para justificar la bestia, el despropósito, soltar la rabia, sembrar la ira, y levantarse al fin de los altares, apagar las velas, acabar el hechizo, y encaminar la acción cuando más pronto mejor, carajo".

Resulta que este pintoresco personaje se esmera, tanto en dar de lado a las otras demandas que están vigentes, como en ostentar un mirar para otro lado y evadir establecer las causas y factores responsables de los males actuales y vivos, como son, reiteramos, imperialismo norteamericano y de la Unión Europea y la Iglesia Católica-Vaticano, Concordato, Vicariato Castrense y Patronato Nacional San Rafael, así como con la contrapartida de búsqueda de una verdadera democracia y un régimen económico-social de carácter nacional y popular.

Para llevar a cabo su infame labor, Soto (o Trujillo) Jiménez se vale del concurso que, lógicamente, casi gratuita, pero no tan gratuitamente, le prestan los medios de prensa del llamado poder mediático, con plena conciencia, tanto del engaño y la estafa que este personaje encarna, como del empleo de expresiones insustanciales y llenas de vulgaridad y simplezas aprendidas, tanto en los cuarteles militares, donde concurre la crema y nata del lumpen social y el desclasamiento, como por la vivencia con su padrastro o padre, el comerciante Soto, cuya ocupación no era otra que el tráfico de sacos viejos en Villa Consuelo.

Que en el país hay leyes pero que el Estado no las emplea, es más o menos una de esas repeticiones huecas, verdadero ruido de latón con que aparecen estos curanderos sociales de nuevo cuño, pero, igual que todos los que llegan con el signo del militar autoritario, que simula y juega a hacerse el gracioso, así como de la misma manera exhibiendo un simplismo ramplón, afirma esto y aquello con juicios light, que caen en la irresponsabilidad, en donde brillan y resplandecen por su ausencia causas y nombres de factores concretos, amen de silencio ante las formas en que se efectúan o se verifican los procesos de los que habla. Cuando menciona lo de que hay leyes para todo, pero que el Estado no las aplica, se mete su lengua allá y deja flotando una insinuación propia a todo el estilo demagógico.

Sabido es que el quid del asunto, tal cual ha salido a relucir últimamente, en corroboración y comprobación de la validez absoluta del criterio elaborado juiciosamente por nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) de que en el país, aunque se proclaman Constitución y un sistema democrático constitucional, y de palabra se reconocen ciertos derechos democráticos, nada de eso se cumple en la realidad puesto que, predominando lo que se llama el bonapartismo (tan afín al lumpen mercenario, a los guardias, como a los parásitos de la Iglesia Católica-Vaticano), mediante leyes, decretos, reglamentos, que en buena ley son nulos de pleno derecho, por oponerse, tanto al espíritu, como a la letra, de los postulados constitucionales, esos derechos son anulados, pisoteados y sepultados en el zafacón.

Del mismo modo debería éste, no ya como historia, sino como una deuda pendiente, dar cuenta de sus estadías en los EE.UU., sobre todo de la visita que hiciera durante el gobierno de Rafael Hipólito Mejía, del que regresó con los amarres hechos con el gobierno genocida de Bush para el envío de tropas dominicanas a Irak, hecho oprobioso e ignominioso, y particularmente del famoso paseo que le diera el comandante del Pentágono hasta visitar la base norteamericana de Guantánamo, y la cárcel secreta de la CIA en dicho lugar, donde se tortura aún y se mantienen secuestrados numerosos ciudadanos extranjeros, por parte de los EE.UU., a los que éste viola todos los derechos considerados como universales del hombre.

 

Volver a la Página Principal