Entre el deleznable Wilfredo Lozano y los Rosario Espinal, Eduardo Jorge Prats, Francisco Cueto Villamán, Carlos Báez Evertz, César Pérez, el puto renegado revisionista y architraidor Narciso Isa Conde, como Lilian Oviedo, existe una total identificación en sus siniestras y pervertidas intenciones como en sus nocivas concepciones

Reclaman que los movimientos de izquierda revolucionaria, para llegar a serlo de verdad, tienen que deponer su condición de nacionales dominicanos para pasar a ser defensores y apologistas de la invasión masiva de haitianos, así como de la haitianización de la República Dominicana

18-10-2010

 

En el caso del versátilmente deleznable, Wilfredo Lozano, al igual que la legión de pájaros de su mismo plumaje, como Rosario Espinal, Eduardo Jorge Prats, Francisco Cueto Villamán, Carlos Báez Evertz, César Pérez, el puto renegado revisionista y architraidor de la peor laya, Narciso Isa Conde, como Lilian Oviedo y demás, si hay un rasgo consustancial, por cuanto es común a todos, que hay una total identificación en sus siniestras y pervertidas intenciones como en sus nocivas concepciones, por lo que igualmente tratan de disfrazar sus susodichas negras intenciones, con lo que de hecho las ocultan, como por igual ocurre cuando, empecinadamente se callan sus concepciones, esto es, a qué doctrinas están adheridos, y a qué ideología están adscritas sus interpretaciones, y por las que se rige su práctica social.

Lo que, en un medio tan polarizado, como politizado e ideologizado, hasta el punto de que todo el empeño de la mancuerna formada por el imperio-capitalismo mundial, tanto de la Unión Europea, como el imperialismo norteamericano y la Iglesia Católica-Vaticano, indiscutible heredera y continuadora de todo el régimen del Imperio Romano, de tan caudalosos recursos mediáticos y financieros, junto a la vastísima experiencia acumulada y de la que son innegables portadores para sus beneficios particulares en el ejercicio y mantenimiento de la explotación y subyugamiento de pueblos, clases, países y naciones, no cabe la menor duda que deviene, confluyendo, en un punto fundamental, que consiste en que su objetivo no es, ni la crítica de  fondo al modelo neoliberal entrelazado al poder teocrático clerical que genera esta creatura mostrenca; que está, económico-social, espiritual y políticamente destrozando a la población, las esperanzas de ésta en un porvenir promisorio; como, por igual, amenaza, con carácter inminente e inexorable, hasta la misma existencia de la Nación Dominicana; como tampoco ofrece alternativa real, de fondo, a tan funesto apareamiento; lo que es el lógico resultado de sus siniestras intenciones, en combinación directa con sus negras e ignominiosas concepciones ideológicas y doctrinarias; las cuales, por más que tratan de ocultar y disfrazar, nos resultan, obviamente, demasiado bien conocidas.

En su ridículo articulejo de mala muerte, Wilfredo Lozano, el enfermizo deleznable, tras agotarse su magro talento en el despliegue de los sortilegios de la sofistería barata de los jesuitas, que es de lo único que logra comprender y asimilar un poco, apenas embarró en sus cuartillas el primer parrafucho, que no es otra cosa que la repetición de la estratagema que al grupo de marras, en su condición de miserables mercenarios les fuera dictado, para que desplegara su campaña altisonante en contra del movimiento revolucionario de izquierda; y ya, en el inicio del segundo párrafo, estaba haciendo exhibición de su repugnante cretinismo ideológico, clerical reaccionario, mediante el empleo acrítico, y por lo tanto, con carácter dogmáticamente reaccionario y clerical teocrático, pues dogmatismo y espíritu crítico son como el agua y el aceite, de las graves faltas de que ha adolecido este movimiento revolucionario de izquierda, fallas perfectamente delimitadas y, por lo tanto, totalmente definidas y objetivizadas, como conocidas por todo a quien le dé su santísima gana de conocerlas, las que los epígonos de la apologética social, que no es otra cosa lo que el grupo mencionado, lleva a cabo y es su alimento ideológico, calla y tergiversa, dicha apologética social del orden vigente, manipulando, falsificando y distorsionando; puesto que la superación, obligatoriamente crítica y necesariamente destructiva, como paso previo y anterior a toda construcción o reconstrucción, de dichas fallas graves, no son parte de sus siniestras intenciones, y de ahí su naturaleza pervertida.

Como tampoco, lo que es escandalosamente llamativo, exponen las graves fallas teóricas, ideológicas, políticas, tácticas y organizativas de lo que, en conjunto, podría ser la plataforma común del movimiento de izquierda revolucionaria.

En el articulejo del deleznable, que es una palabra que posee cuando menos dos significados directos como adjetivo y dos como significado figurado, y ambos de carácter peyorativo, y todos los cuales hacen un perfecto blanco en la sabandija espuria que es Wilfredo Lozano. Dicha palabra, deleznable, significa: a) que se rompe fácilmente y b) que es resbaladizo; Mientras que los figurados son: poco duradero, inconsistente y güevón, y finalmente, despreciable.

Como ya expresamos, su mismo título; “La Izquierda como Cultura”, no es otra cosa que una vulgar copia, adaptada y traída por los cabellos, del infeliz alegato de la rata Joseph Ratzinger, cuando todavía era Prefecto o Jefe de la Inquisición Católica, que ahora llaman Congregación de la Doctrina de la Fe; que el 27 de Noviembre del 1999 concurrió a ofrecer su apologética conferencia, en la Universidad católica de Francia, La Sorbona, en la que, de hecho, admitía de que, si bien el cristianismo, como doctrina religiosa, había sido eventualmente vapuleada por el avance de los descubrimientos de la ciencia, de la antropología, de la historia y la exégesis bíblica, que habían pulverizado (palabras textuales de la rata Ratzinger) los dogmas como el pecado original, la divina concepción y demás supersticiones estúpidas y copias hechas por el cristianismo de la mitología e imaginería oscurantistas de la antigüedad pagana; no obstante, sostenía entonces Ratzinger que, a su modo de ver, era obvio que al cristianismo no podía negársele la condición, por otra parte, de base de la cultura occidental; lo que de paso es una estupidez, de igual o mayor magnitud, en cuanto a perfidia, que los inventos ingenuos, pero no menos nefastos, de la supuesta naturaleza divina del tal Jesucristo, que vino al mundo siendo hijo de dios con una virgen, siempre llamada María, tanto para Orus, 3,000 años antes que el mito cristiano, para Krishna, unos 2,000 ó 1,500 años antes, al igual que para Buda, unos 600 o 700 años antes que el mito cristiano, como luego Mahoma, unos 600 ó 700 años después.

Lo mismo lo de la resurrección luego de tres días de muerto, que es común a todos los mencionados, sus fechas de inicio de sus supuestas labores evangelizadoras, sus mismos milagros: revivir muertos, curar enfermos, convertir agua en vino, reproducir peces y panes, etc. Lo único es que el Jesucristo gustaba en extremo, a diferencia de los otros, excepto Mahoma, de las prostitutas, lo cual es contenido común a los evangelios cristianos canónicos como apócrifos, puesto que el cristianismo ha sido desde siempre enemigo jurado e intransigente de la ciencia y la cultura desde que el sincrético Pablo lo creara, en la segunda mitad del siglo I de la Era Actual.

Y el alegato básico de Ratzinger es la tesis de un sociólogo socialcristiano, que viene a ser el León XIII del área cristiana de los luteranos de principios del siglo XX, por allá por su segunda década, quien sostenía, que se pueden destruir naciones y pueblos, pero nunca es posible la destrucción de una cultura. Este fue el alemán Ernest Strech.

Indudablemente que, para avalar la naturaleza de la deleznable sabandija Wilfredo Lozano, así como estos elementos de juicio resultan en extremo reveladores respecto de sus genialidades y ocurrencias, no menor significado reviste, sino que es categórico y concluyente, el hecho revelador de que aparezca el Opus Dei, por medio de la Fundación Corripio, Publicaciones ¡Ahora!, Hoy, El Nacional, Listín Diario, El Día, etc., otorgándole su premio de un millón de pesos por su destacada y significativa labor de sociólogo del año.

Y no es para menos; puesto que no otra condescendencia pueden tener, la Iglesia Católica-Vaticano, la oligarquía retardataria e infame que ella acaudilla y de la que es arquetipo y ejemplo, por su cavernario reaccionarismo oscurantista, retardatario, como en su ancestral y consustancial, por cuanto es su más íntima interrelación con el parasitismo social que se efectúa sobre las masas de explotados y oprimidos, y al que está indisolublemente ligada la Iglesia Católica-Vaticano desde la aparición de las clases y la lucha de clases con el surgimiento del esclavismo; cuando un sujeto no tiene reparo en consagrarse como una aborrecible sabandija, tan asquerosa como despreciable, hasta llegar al límite de reclamar: que los movimientos de izquierda revolucionaria, grupos y organizaciones que se definen como tales, para llegar a serlo de verdad, tienen que deponer, dejando a un lado, su condición de nacionales dominicanos para pasar a ser defensores y apologistas de la invasión masiva de haitianos, así como de la haitianización de la República Dominicana; todo lo que suena demasiado a Iglesia Católica-Vaticano y los planes comunes de fusión de República Dominicana y Haití por parte de EU y la Unión Europea.

Llega, la sabandija espuria y nauseabunda de Wilfredo Lozano, al otro punto extremo, de carácter depravado como ostensiblemente cretino, de reclamar: que la izquierda revolucionaria, para ser tal, así como los grupos que despliegan esta labor, indudablemente con carácter político, se desnaturalizan, según sus conjeturas, al no reclamar por los derechos humanos de los haitianos, trasladados furtivamente por las fuerzas del imperialismo, de la  Iglesia Católica-Vaticano, y sus corrompidas, deliberadamente por ellos, Fuerzas Armas y policiales; corrompidas y viciadas de manera tan incorregible como es conocido.

Ese sonsonete de estigmatizar al movimiento revolucionario de izquierda, por no desplegar una amplia campaña permanente por la exclusiva defensa de los intrusos haitianos y la violación de sus derechos por parte del régimen títere, por ejemplo, del disoluto Leonel Antonio Reyna, no solamente es una infame calumnia ignominiosa, por lo que de provocadora y unilateral posee, sino que es marcadamente discriminatoria, en forma multilateral, en contra de nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), que no hay que ser, ni muy inteligente ni estar muy empapado de estos asuntos, para darse cuenta que es blanco central de esa campaña injuriosa, que tiene como su voz al antro Opus Dei Publicaciones ¡Ahora! de Corripio y las sabandijas de Eduardo Jorge Prats, Rosario Espinal, el puto y rastrero renegado revisionista Narciso Isa Conde, César Pérez, Lilian Oviedo, Wilfredo Lozano y demás lacras y mendigos espirituales, ciudadanos del mundo de la canalla.

Es que, durante el sangriento como catastrófico período, para las conquistas democráticas y los derechos humanos, desde el 1996 hasta la fecha, nadie, ni aún sumándole a estos epígonos del envilecimiento a la prensa mediática; que, como negocio sensacionalista recoge, por un lado, mientras por el otro instiga la carnicería, los atropellos y las violaciones como las transgresiones de los derechos humanos y democráticos, mucho menos carajetes de jarretes sucios, como Rosario Espinal, Wilfredo Lozano, Carlos Báez Evertz, César Pérez, Eduardo Jorge Prats, el puto y prostituto renegado revisionista y archi socialtraidor Narciso Isa Conde, Lilian Oviedo y toda esa basura inmunda, junta y sumada a la prensa mediática mercenaria, financiada por el imperialismo, igual que la FLASCO y sus crápulas como Rubén Silié y Francisco Cueto Villamán, ni la pocilga opusdeista de Intec, han llevado a cabo una tan continua, extensa y profunda campaña en defensa de los derechos democráticos y humanos de las masas trabajadoras y población dominicana, como nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), puesto que, obligatoriamente, son nuestro escenario principal.

Pregúntesele a cualquier dominicano, si entiende, o no, que el centro de gravedad de la actividad del movimiento revolucionario de izquierda, de sus bregas, denuncias y reclamos, ha de descansar, sobre todo y ante todo, en primer lugar, en los intereses de la Nación y pueblo dominicanos.

Continuaremos

 

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